viernes, 1 de abril de 2011

Luang Prabang-Vientiane- Bangkok



Llevamos ya varias semanas con la meteorología revuelta, empezó en Luang Prabang donde durante toda nuestra estancia llovió sin descanso, cuatro días y cuatro noches cayendo a chuzos,   Luang Prabang es posiblemente una de las ciudades más bonitas en las que hayamos estado nunca, el centro histórico esta  emplazado en la confluencia de los rios Mekong y  Nam Khan, formado por  multitud de pagodas, mucha vegetación y  edificios  de su pasado colonial francés  ahora reconvertidos en su mayoría en hoteles y restaurantes,  se come muy bien y hay bastante buen ambiente, además tiene el mercado nocturno , lleno de puestos de artesanía, muy étnica y diferente de los mercados de Tailandia, y fantásticos puestos de comida  en donde por poco más de un euro te puedes dar un homenaje de comida local.
Al quinto día de chaparrón  decidimos seguir viaje hacia Vientiane,  trescientos kilómetros al sur, por delante  ocho horitas de autobús, pero claro con tanta lluvia lo más normal es que se caiga la carretera en algún lado, así que las ocho resultan dieciséis, durante el trayecto por carreteras de montaña  plagadas de curvas, atravesamos multitud de poblamientos  en los que podemos ver que la gente vive en unas condiciones penosas, la mayor parte en casas de bambú que a duras penas mantienen la verticalidad y con una única fuente de agua donada por alguna ONG extranjera donde todos acuden a abastecerse o lavarse, por todos lados hay niños, millones de niños. El control de natalidad aquí brilla por su ausencia, a más pobreza más niños, cuestión de supervivencia. Otra constante es la deforestación, claro que pedirle a alguien que vive en estas condiciones que sea conservacionista no deja de ser un poco irónico.


 


Llegamos a nuestro destino a la una de la mañana, la estación para más inri está situada a ocho kilómetros del  centro, así que toca dura negociación con los conductores de tuc tuc que nos piden por acercarnos a un hotel lo mismo que pagamos por todo el trayecto de autobús, en estos casos lo mejor es esperar a que todo el mundo se vaya o ponerte a caminar, siempre aparece alguien salido de la nada que está dispuesto a llevarte por un precio razonable, buscar un hotel a esas horas es otra  aventura, pagamos el doble  de lo habitual dado que no tenemos mucho poder de negociación y venimos  muertos de cansancio. 


Vientiane es una ciudad miniatura, posiblemente una de las  capitales de estado más pequeña del mundo, con poco más de doscientos mil habitantes, el centro no es mas de una cuadricula de de cinco calles perpendiculares y  cuatro paralelas al cauce del Mekong, formado por casas de pocas alturas, resulta ser un sitio sin apenas tráfico y donde se respira mucha tranquilidad, deja de llover , pero acto seguido  empieza a hacer un calor que entre las once y las tres resulta insoportable, lo que nos hace plantearnos seguir viaje hacia Si Phan Don( cuatro mil islas), un archipiélago de islas en el cauce del Mekong  ya casi en la frontera con Camboya o cambiar de ruta y volver a Tailandia. Las horas de autobús, el calor y el hecho de que Bangkok nos queda de camino en nuestro viaje hacia Malasia nos hacen decantarnos por lo segundo.








Otra vez en Bangkok, la tercera vez en tres meses, parece que todo el mundo pasa por aquí, de vuelta o de camino algún sitio, nada más llegar la primera sorpresa, nos encontramos con María y su amiga Claire. María y Tomás habían sido nuestros cicerones en Siem Reap, así que nos pasamos el fin de semana juntos, de mercados, de museos y de por fin...un poco de fiesta. Qué suerte encontrarse con gente tan maja y cómplice, contrariamente a lo que se podría creer, la mayor parte de la gente que viaja son bastante gañanes, sobre todo en Tailandia, donde abunda el turismo sexual y garrulo.
El segundo encuentro fue con Luis al  que conocimos en Camboya y que volvía a casa, y en el mismo sitio a los diez minutos , el tercero y más sorprendente, con Vicky nuestra amiga griega que iba camino a Chiang Mai y a la que nos veíamos desde hace varios años. Qué mundo más pequeño.







1 comentario:

  1. Ya os decía yo en mi anterior post que pronto veríais llover, que no os preocuparais. ¿Veis cómo podéis confiar en el tiíto Iván?

    El garrulismo infecta el turismo en la misma medida que nuestras sociedades. Después de todo hoy en día marchar de viaje es tan habitual que se puede decir que si coges un grupo suficientemente grande de turistas éstos deben ser una muestra representativa de la sociedad de donde proceden y todos conocemos la época oscura por la que atraviesan las sociedades occidentales.

    El mundo efectivamente es un pañuelo. Todavía me acuerdo de cuando en el curso de una clase de inglés en una academia de Oviedo estaba explicando no sé qué y comenté que tenía una prima llamada Marisol que tenía una casa en Puertas de Vidiago y que había ido a verla un par de veces pero que ahora se había marchado a Inglaterra. Entonces el profesor respondió que, para más señas, se había marchado a Mánchester (creo), su ciudad, pues la había conocido allí y era amiga suya.

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