domingo, 4 de septiembre de 2011

Sydney


En tan solo seis horas saltamos de Asia a Oceanía, cambiamos el verano, las chanclas, el exotismo y el subdesarrollo por el invierno, los abrigos y el orden en uno de los países más desarrollados del primer mundo. Desde el principio nos llama la atención el nivel de vida y los precios, después de meses por Asia, de repente, billete sencillo de autobús: 3 euros, café: 4 euros, cerveza: 5 euros. ¡Glups!. Ahora mirando por el retrovisor de nuestros recuerdos recientes nos reímos de  cuando nos estafaban 50 céntimos en un trayecto  y nos enfadábamos. Esto es el primer mundo amigos, aquí no hay enfado que valga, o pagas o vas andando.

Tras una breve parada en Perth de solo dos días, el Sábado 13 de Agosto aterrizamos en Sydney, ciudad que desde el principio nos encanta, tenemos la suerte de que mi tío vive en Enmore  un barrio  muy cercano a la ciudad y a uno de los centros de Sydney, la zona se llama Newton, está cerca de la universidad, hay mucha gente joven y no faltan las salas de conciertos-pubs, teatros,  restaurantes, tiendas de ropa y unas librerías acojonantes. La gente que se mueve por esta zona  son una curiosa mezcla formada por estudiantes, ecologistas, homosexuales, hipsters y sobre todo mucho freak. El vintage, la gastronomía y el ecologismo causan furor en Australia.

Pasados los primeros días de aclimatación y orientación, pronto vemos que es una ciudad ideal para la bicicleta, así que nos ponemos a buscar. Como todo el primer mundo, vivir es muy caro pero también hay atajos, cogemos uno de ellos y gracias a internet no enteramos de un club ciclista donde los lunes te ayudan a reparar tu bici, o incluso a montar una con las piezas que tienen en su depósito. Mientras estamos rebuscando aparecen una pareja de alemanes a donar sus bicis, una adecuada para Bea, que de esta forma se hace con una bici de montaña por la cara, y  yo rebuscando entre la chatarra encuentro una con un buen cuadro de aluminio y con la ayuda de uno de los miembros del club, acabo montándome una bici más que decente, así que salimos de allí felices con nuestras bicis y felicitándonos el buen espíritu solidario de la gente del club ciclista. Los días siguientes ya en bici, aprendemos las formas de movernos por calles secundarias, lejos del tráfico, no hay nada como la bici para moverse por una ciudad.

Sydney es una ciudad que encantaría a cualquier amante de las ciudades, con su city o zona central de edificios altos de oficinas asomándose a la bahía recuerda bastante a Manhatan, el resto es una  inmensa extensión cuadriculada de casas individuales, todas con su pequeño jardín y una infinidad de parques. Casi todos los días encontramos rincones nuevos con encanto, un nuevo parque, o una nueva terraza de café con buen ambiente. Un sitio con una calidad de vida impresionante, creo que a la altura de Canadá o Suecia pero además con la ventaja añadida del clima.

Ya llevamos aquí un par de semanas, con la intención de trabajar y si es posible hacer un Máster, Gestión Cultural, Permacultura y Construcción ecológica son los que más papeletas tienen, todo dependerá de lo que ofrezcan y por desgracia del precio.






Cimadevilla en Sydney











Con esta nueva etapa de nuestro viaje y durante un tiempo volvemos a la vida sedentaria, fue bonito intentar contar lo que vimos y vivimos, esperamos haber entretenido y animaros a conocer otras realidades, casi todas ellas más duras que la que os rodea, a pesar de las crisis, de los políticos y de nuestra sociedad decadente. Por muchas razones este blog se acaba aquí, Australia era el lugar fijado para el fin del trayecto, y un buen lugar para iniciar nuevos proyectos.¡ Hasta pronto!.

jueves, 18 de agosto de 2011

Bali & Lombok ( 2ª parte)

Ya convertidos en cuarteto, salimos pitando del aeropuerto de Bali dirección a Padang Bai, puerto de embarque hacia Lombok, donde  pasaremos las próximas dos semanas. Tenemos que renovar por segunda vez nuestra visa,  trámite que  se prolonga más de lo previsto al no querer someternos a la  mafia burocrática, en la oficina de inmigración pululan toda clase de bicharracos dispuestos a hincarle el diente al turista despistado. Puedes renovar tu visa en pocas horas dejándote sablear unos sesenta euros por cabeza, las hienas son fáciles de identificar pues  se te acercan cortésmente a ofrecer sus servicios, si aun tienes dudas el funcionario te señala  a su “colega” desde detrás del cristal, por el contrario si no quieres participar en el juego, sufres su chantaje y te hacen perder al mínimo tres días, no somos amigos de la corrupción y además ese dinero es  todo un capital en Indonesia así que optamos por lo segundo.
 Para renovar la visa se necesita además un “sponsor”, esto es un ciudadano indonesio que responda legalmente de tus actos o fechorías si las hubiese, nosotros  tenemos, unos chicos muy majos que conocimos en la playa de Selong Blanak nos ayudan desinteresadamente, pero no pertenecen a la mafia de la oficina de inmigración, así que nos putean con una y mil vueltas, que en otros expedientes mas engrasados pasan por alto. Después de dos días de mareo burocrático, al tercero pagamos las tasas legales correspondientes y ya solo nos queda pasar al cabo de cuatro días a recoger nuestro visado. Total, seis días de nada.
Una vez finalizado el vía crucis de inmigración, con coche alquilado y durante tres días visitamos rincones inexplorados del Sur de Lombok,  la isla Gili Asaham y toda la península del Suroeste. Resulta curioso conducir con el volante a la derecha y más en estas carreteras estrechas donde impera la ley del más fuerte, hay que ajustar  fino  y a veces salirse de la carretera.
Después de nuestro recorrido Sur, nos embarcamos a las Gilis, y pasamos unos días de hedonismo playero en Gili Trawangan, a Joe  y Vero les encanta el sitio, los tres días les resultan cortos, y prometen volver el año próximo a pasar el verano por la zona. La verdad es que es un buen sitio para veranear aunque los precios del alojamiento se disparen durante estas fechas, buena playa, buenos sitios para bucear, buena oferta gastronómica y buen ambiente. De aquí dejamos la playa y nos dirigimos a la montaña, Senaru un poco más al Norte, ya en las faldas del pico Rinjani y donde iniciaremos el trekking que durante tres días nos llevara a la cumbre del Rinjani.






Para hacer el trekking, aparte de pagar la entrada es obligatorio contratar un guía local, aunque la verdad es que imposible perderse porque al ser Agosto hay mucha gente y el camino está perfectamente delimitado. Negociamos una excursión con guía y porteadores, que se encargan de toda la logística, así que solo tenemos que cargar con nuestra pequeña mochila, agua y la cámara de fotos. El primer día ascendemos de Sembalun Lawang  a unos 900 m  hasta el campo base Pelangang I  que está a una cota de 2600m. En total poco más de seis horas, las últimas tres bastante duras. Al día siguiente hay que levantarse a las dos y media de la mañana para coronar la cumbre del Rinjani al amanecer, después de un te y unas galletas, a las tres de la mañana nos ponemos en ruta, el camino es muy difícil, formado por roca y ceniza volcánicas al que añadirle el plus de la pendiente resulta muy difícil avanzar. Perdemos a Joe con problemas gastrointestinales al poco de salir, y seguimos con nuestro guía caminando en mitad de la noche, al llegar a los últimos quinientos metros de subida el guía también dice que está enfermo, curiosa enfermedad que desapareció justo cuando bajamos, por lo que nos deja solos con nuestras linternas ante el muro final.

 En el último tramo tenemos que poner toda la carne en el asador, concentrarnos y recurrir a toda clase de auto motivación, resulta muy difícil avanzar porque aquí la pendiente es máxima  y por cada  treinta centímetros que avanzas el pie retrocede veinte. Al final lo conseguimos vemos la puesta de sol a tres mil y pico metros de altura y nos extasiamos con las vistas del lago, del cráter, de Bali, de Sumbawa, nos sentimos en la cima del mundo y compartimos nuestra dicha con otra quincena de extranjeros que llegaron a la cima ese día.
 Lo malo vino después, porque nada más llegar al campamento base, desayuno rápido y descendemos hasta el lago que está a dos mil metros, bajada supercomplicada que carga un poco más nuestras piernas, menos mal que nos escapamos media hora hasta unas fuentes termales cercanas y podemos relajarnos con un bañito de agua sulfurada, porque ya después de comer hay que ponerse otra vez en movimiento para ascender al otro lado de la caldera del volcán, donde pasaremos la segunda noche. La subida es otra vez muy empinada, aunque esta vez de roca,  más que caminar tenemos que trepar como lagartijas, subimos otra vez a dos mil setecientos metros y llegamos exhaustos al campamento Pelangan II, en  total fueron más más de nueve horas de pateada, la cima de nuestra carrera montañera y probablemente la última vez que hagamos una burrada similar. A las siete de la tarde ya estamos enroscados en los sacos porque la temperatura baja rápido y con determinación.
El tercer día ya solo nos queda bajar hasta Senaru, descender dos mil metros de cota en siete kilómetros. Una bajada muy dura que castiga aun más ya nuestras maltrechas piernas y que hace que durante los próximos tres días caminemos como Chiquito de La Calzada.
Después del trekking que a pesar de la dureza disfrutamos mucho por lo espectacular del paisaje, y que precisamente por esa dureza  quedará marcado para siempre en nuestra memoria,  volvemos rápido a Bali, para que Joe conozca Ubud y hacer unas compras en su bien provisto mercado de artesanía. Por  cierto llevamos meses preguntándonos porque hay tantos franceses en Bali y Lombok, una auténtica invasión.

El  día 9 de Agosto nuestros amigos se van, el tiempo ha pasado volando, como siempre inaprehensible y tanto más rápido cuanto mejor te lo pasas, han sido semanas de amistad y risas, de recordar anécdotas, ponernos al día de nuestra vida  y de la de los nuestros, nos sentimos un poco solos y realmente nos dan ganas de subirnos al avión de vuelta, pero como casi todos sabéis tenemos planes de pasarnos una temporada en Australia, le debo una visita a mi tío Vidal que vive aquí desde hace casi cincuenta años, así que si todo va bien, aprovecharemos la estancia para trabajar y estudiar, nos vemos por aquí.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Tanjung Karang


De Tana Toraja emprendemos rumbo norte con la intención de llegar a las islas Togean, pronto el transporte y la calidad de las carreteras nos hacen ver la realidad: nos subimos al autobús a las nueve de la mañana en Rantepao y quince tortuosas horas después nos bajamos en Tentena, a orillas de lago Poso. Nos quedamos un día recuperándonos y deambulando  por los alrededores del lago, visitamos quizás las cascadas de agua más bonitas hasta la fecha en Air Terjun Salopa. Con las cascadas de agua pasa lo mismo que con los templos, las hay en todos los países y te saturas, pero estas sin duda son espectaculares.

 Desde Tentena todavía nos esperan otras ocho horas de autobús hasta  Anpana puerto de embarque para las Togean. Solo disponemos de una semana más en Sulawesi y el viaje de vuelta nos llevaría otros dos días, más los desplazamientos en barco, con lo que solo tendríamos tres días para estar en las islas, cambiamos de idea y  decidimos irnos a la playa de Tanjung Karang que solo nos queda a medio día de viaje y desde allí podemos volar de vuelta a Makassar y ahorrarnos dos días de autobús. Tanjung Karang tiene una playa llena de bungalows decadentes que se llenan los fines de semana de turistas locales, se bañan vestidos, comen y se lo pasan pipa con el karaoke, sin duda el principal divertimento por estos lares. Algunos cual paparazzi aprovechan para hacer fotos a las chicas  en bikini con teleobjetivos, eso si su mujer en casa o debajo de cuarenta telas, curioso islam.

 Durante los días de semana  la playa  está desierta,  por poco más de ocho euros tenemos una casita de madera a pie de playa con pensión completa, la señora de la casa nos mima con buenos pescados a la parrilla y verduras, pasamos cuatro días encantados. Aquí hay  muy poco turismo extranjero, cuando nos acercamos a Donggala  que está a cuatro kilómetros, todo el mundo nos saluda y nos persigue una marea de niños, parecemos a los Beatles.

El Domingo 24 de Julio volamos a Makassar y  nos despedimos de nuestro amigo toraja Martinus,  y el Lunes 25 nos encontramos en el aeropuerto de Bali con Joe, con el que compartiremos las próximas dos semanas de viaje





domingo, 31 de julio de 2011

Tana Toraja



En la tradición toraja el funeral está por encima de cualquier otra celebración, después de la muerte se realiza una pequeña ceremonia pero la realmente importante tiene lugar un año o incluso años después del fallecimiento, hasta que la familia reúne el dinero y todos los familiares que viven lejos puedan acudir, durante este tiempo el difunto convive con la familia. La mayor parte de estas ceremonias tiene lugar entre Julio y Agosto, la despedida del fallecido tiene que hacerse de forma adecuada de modo que no provoque desgracias a la familia. Debido a la creencia ancestral de que las almas de los animales deben acompañar a los amos en la otra vida se sacrifican un número indeterminado de cerdos y búfalos, el número varía  según el status de la familia, pudiendo llegar a sacrificarse hasta cincuenta búfalos.

Acudimos con nuestro  guía a uno de estos entierros, la fallecida pertenecía a una familia adinerada y el montaje era digno del festival de Benicassim, pancartas de bienvenida a nosequeministro, stands numerados para las distintas facciones familiares y hasta circuito cerrado de TV en los mismos para poder ver en directo todos los detalles del festejo, supongo que también producirán un DVD para los allegados. Una especie de parlanchín de feria va anunciando por megafonía el regalo, búfalo, cerdos o ambos que traen los distintos invitados, pasean el búfalo o búfalos antes los familiares directos y depositan en el suelo los cerdos, inmovilizados en su corsé de bambú. Después de la aceptación de las dádivas por parte de los familiares del finado, se obsequia al portador del animal con unos trozos de carne de los búfalos previamente sacrificados. Así durante días,  pudiendo llegar hasta una semana de duración. Fuimos testigos del sacrificio de varios cerdos, allí mismo sobre la marcha ejecutaban, chamuscaban pelos, evisceraban y partían la carne. Dicha carne se consume por los invitados y la que sobra se empaqueta y se la llevan a Papúa a Kalimantan o donde sea que venga la familia. Todo un espectáculo que pondría los pelos de punta a los defensores de los derechos de los animales y que es difícil que deje al espectador indiferente

Según la cultura tradicional toraja los muertos pueden llevarse sus posesiones a la otra vida y era frecuente que realizaran el trayecto bien provistos de joyas y dinero, esto provocó el saqueo de tumbas, entonces empezaron a esconder a sus muertos en cuevas, que son talladas en las rocas. Sentados en terrazas  delante de sus lugares de descanso eterno era tradición entre las clases más adineradas tener una representación del difunto tallada en madera llamada tau tau, pero como siempre hay  también descreídos que los robaban y ahora los guardan en casa. Solo unas pocas tumbas conservan sus tau tau en la actualidad.









Otro de los rasgos distintivos de la cultura toraja es la forma y tamaño de las casas tradicionales llamadas tongkonans, con un tejado elevado en ambos extremos, que según las diferentes versiones representa los cuernos de un búfalo o la proa y popa de un barco, pues la mitología cree que los toraja llegaron en barco desde el Sur. Todas las casas tienen la misma orientación Norte y Sur, pertenecen a un clan o familia y no se pueden comprar ni vender.

En Pantai Bira habíamos conocido a Martinus, un toraja de pura cepa que trabaja como guía turístico, habla un español casi perfecto y aprovechando que disponía de unos días libres en su trabajo  nos llevó a hacer un trekking de tres días por las montañas de la zona Norte de Rantepao, fue sin duda uno de los momentos más mágicos de nuestro viaje, llegamos a valles remotos con pueblos que mantienen su forma de vida tradicional, muy dura por cierto, basada en el cultivo del arroz principalmente. Las  terrazas de arrozales se aferran a  las laderas de las montañas, y mezclan sus tonos verdes y amarillentos con la frondosa vegetación que los rodea.  Pernoctamos en tongkonans y sobre todo, aprendimos infinidad de cosas sobre la gente toraja y su hábitat.