viernes, 24 de junio de 2011

Altiplano de Ijen


 
Siguiente parada en nuestro tour de volcanes es el altiplano de Ijen, lugar marcado en rojo desde que sabíamos que pasaríamos por Indonesia. Hace años en un documental que vimos, no sé si fue el festival de cine, salía la historia de los mineros que trabajan en ese cráter. Resulta qua aprovechando las emanaciones de azufre han instalado allí una mina, lo más espectacular es que la explotación es totalmente primitiva y manual, los mineros se levantan a las tres de la mañana para empezar su jornada, avanzan los tres kilómetros empinados que hay desde las oficinas del parque y último punto donde dejan las motos, a un ritmo estudiado  con sus canastas vacías dirigiéndose hacia el cráter, una vez allí quedan quinientos metros casi verticales hasta el punto de recogida. Entre gases de azufre que les carcomen por dentro cargan sus canastas con hasta ochenta kilos de peso y empieza el peregrinaje, a ritmo cansado, primero hay que llegar a la cima y luego solo quedan tres kilómetros cuesta abajo antes de pesar su carga y bascularla en la caja de un camión.  A lo largo del camino van dejando sus cargas porque lo más normal es que cada uno lleve dos canastas diarias, dejan una en un punto y vuelven por la atrasada en una carrera de relevos digna de atletas de élite, a las nueve de la mañana estarán con sus cargas listas para pesar. Todo ello por el fantástico precio de 600 rupias por kilo, por lo que haciendo números y después del esfuerzo titánico diario los más afortunados se llevan a casa el equivalente de ocho o diez euros. Un sueldazo en Indonesia donde el salario medio anda por los cien euros mensuales. Emociona y da coraje  lo duro que puede llegar a ser la subsistencia humana.

Viajar es, como todo el mundo sabe, una experiencia personal y subjetiva, la mayor parte de la gente que nos encontramos en Sumatra nos dijeron que Java no merecía mucho la pena comparada con el resto de Indonesia que si la gente esto o lo otro, pero nosotros en nuestra estancia no dejamos de encontrarnos gente maravillosa, nos han invitado a cenar, han apilado a la abuela y el equipaje para hacernos un hueco en su coche, nos han escoltado hasta el hotel, montón de detalles hermosos, luego están los que quieren vivir de los turistas que ya son harina de otro costal, pero esos son iguales en todos los lados.
















miércoles, 15 de junio de 2011

Yogyakarta- Bromo


Yogyakarta es la capital cultural de Java, con un rico patrimonio cultural y con un tamaño  adecuado para los paseantes. Es un destino turístico local, buena oferta de losmen ( guest houses) y con unos cuantos garitos animados con música en directo, como siempre desde que estamos en el sudeste asiático, haciendo las mismas versiones de clásicos populares del rock y del reggae,  sus calles están llenas de tenderetes de artesanía y sobre todo de telas batik. El batik es un estilo de tintado en el que se utilizan ceras y parafinas para fijar los colores y según dicen es inalterable al paso del tiempo, son innumerables las salas de exposiciones y también innumerables los vendedores de ellas que te abordan en la calle, hay que hilar fino porque las imitaciones abundan, un cursillo o una visita a un taller reconocido son recomendables  antes de proceder a la compra.

 Visitas imprescindibles en Yogya son el Kraton o palacio del sultán donde las mañanas de los fines de semana y con el precio de la entrada se pueden ver espectáculos de sombras chinescas y danza típica de Java, siempre con música en directo con sus peculiares instrumentos de percusión, otra visita imperdible es al Borobodur templo budista del siglo IX y sobre el que se desconoce cómo fue abandonado aunque se sospecha que  además del decline del budismo, el volcán Merapi que está muy cerca pudo tener algo que ver, cubierto por ceniza de este en el año 1006 no fue descubierto hasta el año 1814. Es uno de los monumentos históricos más relevantes del sudeste asiático, formado por seis niveles de forma cuadrada en su base y coronado con otros tres circulares, cuenta con más de mil quinientos bajorrelieves con las enseñanzas de buda, cuatrocientas treinta y dos imágenes de  este y en su parte superior otras setenta y dos estupas con su correspondiente  inquilino en forma buda.











 De nuevo al tren para en una jornada acercarnos hasta Probolinggo desde donde abordamos el viaje ya en minibús o bemo hasta Cemoro Lawag, como es norma en esta zona hay que negociar duro el billete del minibús porque hay una mafia que te impide pagar el precio normal e incluso impiden a la gente local que te lleve en  su coche,  por esto último uno de ellos ya sabe lo que es que alguien te agreda con una mochila, pagamos el sobreprecio y llegamos a Cemoro Lawag, pequeño pueblo a casi dos mil metros de altura desde el que se puede abordar el volcán de Brumo, El Brumo está activo, de hecho la semana anterior a nuestra llegada había estado remoloneando y todo el pueblo estaba cubierto de ceniza. A su lado majestuoso  y extinto está el pico o Gunung - en bahasa- de Tengger y a los pies de estos colosos hay un pequeño templo hindú, todo ello rodeado por un paisaje de ceniza gris lo que le da un aspecto lunar. Ver amanecer desde el Bromo en completa soledad y con el ruido de fondo del volcán es un autentico premio por el madrugón, aquí todo el mundo se levanta a las tres de la mañana para ver el espectáculo pero por fortuna eligen otro punto desde el que la vista es  un poco mejor pero que está lleno de gente, de jeeps y de motos.






jueves, 2 de junio de 2011

Bukittinggi-Jakarta



Después de una semana en Danau Toba tocaba moverse, decidimos irnos a Bukittinggi ya que queda en nuestro camino planeado hacia el Sur, a no más de trescientos kilómetros la única forma de llegar es en autobús, para ello se nos plantean dos opciones autobús turístico  nocturno durante quince horas o un indeterminado número de transbordos y horas en transporte local. Como tenemos más tiempo que dinero elegimos lo segundo, que además tiene la ventaja de que podemos ver el paisaje y bajarnos en cualquier momento si estamos cansados o volvemos a toparnos con un conductor de autobús anfetamínico. El trayecto nos llevó dos días enteros de la mañana a la caída de la tarde, ocho horas de jornada laboral, en minibuses atestados sin aire acondicionado que pusieron a prueba la resistencia de nuestros traseros.

Bukittinggi está situado a mas de novecientos metros sobre el nivel del mar con temperaturas suaves, es un centro comarcal con un mercado inmenso al que acuden la gente de pueblos cercanos a vender su mercancía y a aprovisionarse. Desde aquí se divisan tres volcanes: Merapi, Singgalang y Sago. Es un buen lugar para hacer un poco de turismo activo, ver la flor más grande del  mundo la rafflesia o hacer una inmersión en la antigua cultura indígena Minangkabau, responsables de la gastronomía típica de la zona la “cocina Padang”  y del idioma más utilizado en Indonesia el bahasa que deriva fundamentalmente de su dialecto malay. A escasos cinco kilómetros esta el pueblo de Koto Gadang, con casas coloniales holandesas de principios del siglo pasado y con una población dedicada a la orfebrería. Hay muy poco turismo extranjero así que nos pasamos el día saludando: “hello mister o hello miss”, al final del día te pueden haber saludado así no menos de doscientas personas.








Efectos del terremoto de 2008 en Maninjau


El Sur de Sumatra cuenta con pocos atractivos y difíciles comunicaciones así que ante la perspectiva de pasarnos cuarenta horas en autobús por carreteras infernales decidimos coger un atajo aéreo hasta Yakarta.  No nos detenemos más de lo imprescindible ya que la ciudad es un mamotreto de más de diez millones de personas con toda la desorganización propia del sudeste asiático, embotellamientos de tráfico y bastante contaminación.


  
Danau Maninjau





De nuevo viajamos en tren, otra vez en la clase más económica, una marabunta de gente ocupa el pasillo durante todo el trayecto: vendedores ambulantes de todo tipo de comidas y bebidas, gafas, gorros, baterías de móvil, pegatinas, cualquier cosa vendible, gente tocando la guitarra, ladyboys, ciegos con lazarillos, decenas se cruzan en el pasillo, no descansan durante todo el trayecto. Es un autentico festival popular, compartimos comidas, conversaciones y sonrisas. Un autentico placer. Las nueve horas que separan Yakarta de Yogyakarta se pasan volando.