martes, 25 de enero de 2011

Camboya!

Justo al final de nuestra estancia en Tailandia descubrimos la forma mas barata de desplazarse por el país, la tercera clase del tren, así que por poco más de un euro nos subimos al tren en Bangkok y nos dejó en Aryana Prathet justo al otro lado de la frontera camboyana. Desplazarse así tiene además la ventaja de hacerlo con tailandeses que van de un pueblo a otro a vender sus productos a los mercados, gente encantadora, nada que ver con los que trabajan en el sector turístico que te tratan como si fueras una cartera repleta y errante.
Cruzamos la frontera al día siguiente por la mañana, esquivamos con éxito todos los timadores que proliferan por estos sitios, incluido el último intento del conductor del tuc-tuc que nos llevó a un tendejón de uralita donde juraban que allí era donde teníamos que realizar los trámites del visado camboyano. Ya en territorio camboyano una nube de personas se empeñaba en llevarnos gratis a la estación de autobuses, donde por supuesto nos venderían unos fantásticos billetes a precio de turista. Así que apretamos el paso un kilómetro y negociamos un taxi compartido hasta Sisophon, para luego tomar un autobús de línea a Battambang primera parada en este país.

Battambang es un sitio poco turístico que conserva un casco antiguo  y una ordenación urbanística heredada de los años de protectorado francés.  Un sitio tranquilo en definitiva donde podemos apreciar las diferencias que existen a nivel de desarrollo con su vecino Tailandia. Imitando el ejemplo de este, todo el país y posiblemente cometiendo los mismos errores  se está orientando hacía la industria turística.
Lo más divertido como siempre fue alquilarse una moto y salir al campo a ver la Camboya real, en general los pueblos se asientan a lo largo de las vías de comunicación principales, son casas de  bambú o madera apoyadas sobre unos pivotes que las mantienen alejadas unos dos o tres metros del agua que se acumula en la época de los monzones y dejando una zona al aire libre y cubierta del sol donde hacen la mayor parte de su vida en la estación calurosa. Casi todos tienen su pequeño comercio en un tendejón  al borde de la carretera donde te puedes aprovisionar de alimentos, gasolina en botellas de Fanta, ropa, cortarte el pelo, etc. Apenas hay coches, la gente se desplaza en motocicletas o en bicicleta., también hacemos una visita a los templos de Phnom Banam y Phnom Sampeau.

 

Durante nuestra salida también vemos los primeros anuncios de “peligro minas”, se calcula que quedan entre cuatro y seis millones todavía enterradas, herencia de la guerra civil que sumió a Camboya en uno de los conflictos más sangrientos de la historia reciente, no olvidar aquí el papel tan importante llevado por los siempre defensores  de la democracia  y de la lbertad, o sea  USA, que con su campaña de bombardeos indiscriminados en busca de la guerrilla norvietnamita mataron a miles de civiles inocentes  y motivaron un cambio de mentalidad entre los camboyanos y su posterior apoyo a la guerrilla maoísta de Pol Pot. Entre los muertos en el conflicto y las posteriores purgas de población llevadas a cargo por los jemeres rojos se  estima que murieron unos dos millones de camboyanos de un total de población de catorce.


Estando aquí no podíamos dejar de visitar los templos de Angkor una de las maravillas de la humanidad sin duda, así que nos alojamos en Siam Reap y planificamos nuestra visita, para la cual por motivos prácticos elegimos la bicicleta. Lo mejor para evitar las masas de coreanos y japoneses es darse el madrugón, nos levantamos a las cinco y a las seis ya estábamos
pedaleando por el Angkor Thom, ver el Bayon amaneciendo y en completa soledad fue uno de los momentos cumbres de lo que llevamos de viaje, impresionante pasear por el templo entre las caras petrificadas de buda como única compañía. El To Prohm también es sobrecogedor, con todos esos árboles gigantes creciendo por encima de los templos semiderruidos que recuerdan el poder de la naturaleza de rebelarse contra la invasión de los hombres.
A estas alturas de nuestra estancia, surgen unas dudas que quizás Iván Victorovich  o algún otro ilustre conocedor del sudeste asiático puedan responder:
-¿Por qué hay un porcentaje tan elevado de transexuales en Tailandia?
-¿ Por qué las mujeres camboyanas utilizan el pijama como prenda habitual durante todo el día?.
-¿Por qué los motocultores camboyanos tienen unos manillares de cuatro metros de longitud?.
-¿ Como es posible que los camboyanos hagan aerobic en plena calle y la canción de fondo sea el “aire “ de Pedro Marín versión jemer?




















jueves, 6 de enero de 2011

Tailandia


Llegar a Bangkok de Calcuta es como un viaje en el tiempo, de repente te pasan como casi dos siglos. Las carreteras perfectas formando scalextrics, coches nuevos, tráfico ordenado, a lo lejos se empiezan a divisar rascacielos dignos de Manhattan. Resulta chocante, después de la inmersión hindú volver al mundo en apariencia desarrollado. Nos pasamos los días flipando con la gastronomía thai, lo mejor de lo que queda de la esencia de este país, comiendo de todo en todos los lados.
Tailandia es una monarquía constitucional, cuyo rey  Bhumibol Adulyadej lleva reinando desde 1946, convirtiéndolo así en el monarca que más tiempo lleva en su cargo, también es el jefe de las fuerzas armadas y supremo defensor del budismo. La organización del estado es en teoría una democracia, siempre y cuando lo que se vote sea del gusto de la junta militar, sino puede pasar lo que pasó en 2006 donde los militares disolvieron los distintos poderes e impusieron la ley marcial y la censura de prensa. No en vano los militares tailandeses ostentan el record de golpes de estado en el siglo XX con diecinueve levantamientos.


Bangkok es una ciudad muy grande, moderna, con clima asfixiante y mucha contaminación,  para moverse lo mejor es coger un taxi-barco y desplazarse a lo largo del rio. Nosotros descubrimos por casualidad un punto de alquiler de bicicletas gratis y durante tres días nos dedicamos a pedalear entre los coches y a ver algunos de los monumentos más reseñables de la ciudad. Una de  de las cosas que más nos llama la atención es el amor de los ciudadanos a su rey, pues habiendo sido su cumpleaños el 5 de Diciembre, nosotros llegamos el 20, encontramos toda la ciudad engalanada con fotos del monarca.


Una de las visitas más interesantes fue al museo de arte contemporáneo y allí aparte de una exposición sobre los incidentes del pasado año ,nos encontramos con sendas exposiciones fotográficas reales, a destacar el montaje de la realizada para la exposición de SAR la princesa Sirivannavari Nariratana, que creo que es la nieta del rey en la que muestra su gusto por los cuerpos y lencería femenina, la otra eran unas fotos de dudoso valor artístico de los viajes reales obra de la hija del rey Princess Maha Chakri Sirindhorn. No está mal que el 50 % del museo este reservado para los talentos artísticos de los monarcas.





Celebramos la Nochebuena con un poco de aprensión por la lejanía de los seres queridos, así que decidimos darnos un pequeño homenaje y nos vamos a un restaurante a comer pescado y beber un poco de vino, el intento de salir un poco de fiesta acabó en fracaso por nuestro desconocimiento de  los locales y nuestra incapacidad de amoldarnos a la movida turística de Khao  San Road.




Decidimos ir  pasar el resto de la navidad a las islas y cometemos el error de elegir para ello Koh Phangang primero y luego Koh Tao, sitios que hace quince o veinte años deberían de ser auténticos paraísos por la belleza de su paisaje y por sus impresionantes playas, hoy por desgracia han urbanizado hasta la última esquina con bungalós y resorts para que los turistas, australianos, ingleses y nórdicos principalmente, vengan aquí a emborracharse y dar rienda suelta a los deseos de su bajo vientre. Intentamos abstraernos de la corriente mayoritaria y logramos a pesar de lo antes comentado disfrutar de las playas y otra vez de la gastronomía, especial mención para el mercado nocturno de Thong Sala. En Koh Tao, destino para bucear principalmente,  son impresionantes los fondos de coral que se pueden ver tan solo alejándote unos cien metros de la playa.





Otra vez los problemas de visado, esta vez de Bea que solo dispone de quince días nos llevan a Ranong, donde supuestamente con una salida del país a una isla birmana debería de disponer de quince días más, una vez en la oficina de inmigración nos dicen que solo pagando 2000 baths le hacen una extensión de visado de seis días, estando en el Sur y con intención de permanecer una semana en las islas del Mar de Andamán, lo cual trastoca todos nuestros planes, así que nos ponemos en ruta  hacia Bangkok para luego posiblemente visitar Camboya, en un intento de recuperar la esencia de viajar.