miércoles, 16 de febrero de 2011

Delta del Mekong



La entrada en Vietnam resultó sumamente fácil, solo tuvimos que pagar un ridículo soborno de un dólar al camarada-funcionario que nos tomó la temperatura. Desde Kep cogimos un minibús y pasamos por un puesto fronterizo muy poco transitado hasta Ha Tien ya en Vietnam, a pesar de que ya nos habían advertido que los vietnamitas son un poco cabrones, no hicimos demasiado caso y en Ha Tien nos hicieron la primera jugada, el encargado de la oficina de turismo nos dice que no hay autobuses hasta el día siguiente a Can Tho y que la única forma de ir en el día es ir a una estación a ocho kilómetros de la ciudad a pillar un minibús, le creemos y junto con los Murguitos, mochileros franceses muy simpáticos, nos subimos cada uno a una moto rumbo a la citada estación. Para nuestra sorpresa nos dejan en un bar en mitad de la nada, el “gancho” de la oficina de turismo se escaquea al rato y al cabo de media hora aparece el minibús, en principio nos piden tres millones de dongs (cientoveinte euros) por los cuatro, después de unas duras negociaciones donde ya vimos que la actitud de los vietnamitas no tiene nada que ver con la sus vecinos camboyanos, acabamos pagando medio millón.




En Can Tho, ya en el delta del Mekong,  son una visita obligada los mercados flotantes, después de varias negociaciones, incluidas persecuciones hasta el hotel y conatos de agresión entre las barqueras, acabamos concretando la visita con una de ellas para el sábado. La visita resulta un poco decepcionante, hay mucha menos actividad que cualquier mercado y quitando el hecho de que las transacciones se realizan en medio del rio nada más que ver, dos horas y media de ida y otras tantas de vuelta, si alguien viene por aquí algún día, una recomendación buena es hacer el trayecto en coche y alquilarse una barca ya en la orilla del mercado.




De Can Tho nos vamos a Tra Vinh, en parte por confusión ya que el destino más turístico es Vinh Long, cosas que pasan cuando no se lleva guía, la primera impresión es muy buena, es una ciudad muy bonita, sin turistas, así que nos saluda todo el mundo y casi nos sentimos importantes .  Alquilamos una moto y nos vamos a ver los pueblos  de los alrededores, que se dedican en su mayoría al cultivo del arroz. Es impresionante el paisaje del delta con su exuberante vegetación , manglares, arrozales, también hay muchas pagodas, vestigios de su pasado jemer. La sorpresa llegó cuando después de dejar la moto volvimos al hotel y nos damos cuenta de que nos falta dinero de la cartera  que ingenuamente habíamos dejado en la habitación, como nadie habla inglés, después de un rato de maldecir logramos que la dueña llame a una amiga que si lo hablaba, le explico la situación y como nadie parece hacerse cargo le digo que queremos presentar una denuncia ante la policía, al final aparecen, uno joven de uniforme y otro mayor de paisano, redactan la denuncia en un folio blanco, no hacen preguntas. Les explicamos a pesar de su desinterés que no había más clientes en el hotel y que  los del hotel reconocieron haber entrado en nuestra habitación durante nuestra ausencia a reparar la cisterna, que funcionaba correctamente antes…, sin conocer las técnicas deductivas de  la policía, yo creo que está claro quién cogió el dinero, se quedan a tomar unas birritas después de que nos vamos, supongo que repartirán  el botín amigablemente al modo socialista. Por cierto el hotel se llama Phuong Dong que en vietnamita quiere decir el gran golpe.





1 comentario:

  1. ¡Joder! ¿Seguro que no os miró torcido el camarada-funcionario al cual sobornásteis en la frontera? Todo el mundo hasta ahora me había hablado de Vietnam como el mejor destino posible del sureste asiático, sin prisas y sin problemas, y para vosotros en cambio está siendo la peor experiencia de todo el viaje si olvidamos algunas indisposiciones estomacales. ¿Seguís en el hotel donde os robaron? ¡Espero que en la cartera sólo llevarais para ir tirando unos días!

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