viernes, 25 de febrero de 2011

De Saigón a Qhy Nhon



 Saigón como las otras grandes ciudades del sudeste asiático no es una ciudad agradable para el paseante, las aceras sirven para todo menos para deambular, están ocupadas por coches y motos aparcadas, puestos de comida ambulante o sirven como prolongación de los comercios. Es una mega ciudad de más diez millones de habitantes, donde un autentico mar de motos se mueve con un respeto mínimo a las normas de circulación, el peatón es lo último del escalafón y una cosa importante es aprender es a cruzar la calle, hay pasos de peatones pero nadie los respeta, lo primero es buscar el momento propicio, una franja más estrecha en la marabunta, hay que respirar hondo, activar la vista perimetral , avanzar seguro, siempre alerta, detenerse si llega el caso, nunca retroceder, y por ultimo confiar en que las motos te han visto y te van a esquivar en el último momento, siempre cuando llegas al otro lado es inevitable un suspiro de alivio. Nos alojamos en casa de Josh y Anne que conocimos a través de couchsurfing y disfrutamos de su hospitalidad, tienen un hermoso apartamento en el piso 22 en el Distrito 5, de lujo, vamos.



En Saigón es donde mejor se puede apreciar la paradoja vietnamita, los símbolos de la propaganda comunista se entremezclan con los de las grandes marcas de consumo del antaño gran enemigo y es donde te das cuenta que a pesar de los millones de muertos, al final los USA han ganado la guerra, imponiendo su modelo económico hasta sus más acérrimos oponentes y es que no hay mejor sistema que el de la explotación de tus congéneres por mucho que nos duela, esa relación sadomasoquista que se produce entre patrón y asalariado es lo que hace que el mundo funcione, privatizar beneficios y socializar las perdidas, si Ho Chi Minh levantara la cabeza se pondría una gorra de los Yankees y se bebería una Coca Cola.
Hicimos las visitas de rigor, al palacio de la Reunificacion, sede del gobierno de Vietnam del Sur hasta su caída en 1975, muy interesante, con una azotea en la que se me ocurre que se podrían hacer unas buenas fiestas y con unos subterráneos donde el presidente de la época, Nguyen Van Thieu  tomaba sus decisiones bélicas, la otra visita obligada es el museo “War Remnants”, que es un museo donde básicamente se relatan y documentas las atrocidades cometidas por los USA durante la guerra, espeluznante de verdad. 

  
Palacio de la reunificación.



El carácter de la gente dista mucho del de sus vecinos camboyanos, tienen poco sentido del humor y se les ve muy estresados por ganar dinero, lo que se traduce en un intento de engaño constante, no puedes tomar ni un café sin preguntar antes el precio, cualquier compra se traduce en un regateo  hasta obtener un precio aproximado a su valor real, porque por mucho que nos lo curremos siempre acabamos pagando un plus.

Después de tres días en Saigón, donde por cierto hace un calor abrasador con temperaturas por encima de los 35 grados, decidimos empezar nuestro viaje a lo largo de la costa hasta Hanoi, deteniéndonos en primer lugar en Mui Ne, paraíso de windsurfistas, la guía que al final compramos, decía que tenía una playa muy bonita, pero no sé si por el avance de la erosión o el aumento del turismo, el caso es que la playa es una franja mínima de arena a la que cuesta acceder por que la mayor parte del litoral y las mejores zonas son cotos privados de los resorts a los que está prohibido el acceso. En una esquina de la franja costera hay un pueblo de pescadores bastante auténtico, pero por desgracia  en Vietnam autentico significa lleno de residuos plásticos, como siempre, la gente que vive del mar son los que menos se preocupan de su conservación. Nos redimimos comiendo un poco de marisco y pescado a precios razonables y visitando unas dunas cercanas y al cabo de un par de días nos ponemos en marcha hasta la próxima parada en Nha trang. La idea es hacer todo el tramo costero hasta Hanoi, unos 1700 Kms con paradas breves. Avanzamos entre la costa y plantaciones de arroz hasta  Nah Trang, muy turístico y en plena expansión, recuerda un poco a Benidorm, encontramos un buen alojamiento y buena oferta gastronómica, tiene una playa de arena fina infinita, así que decidimos quedarnos un par de días.

  
Mui Ne

 Leyendo en blogs y en la lonely planet, intentando buscar algún paraíso escondido, cogemos el tren y nos plantamos en Dai Lanh, también con un pueblecito de pescadores en una esquina, el paraíso no es tal, toda la playa está llena de suciedad y residuos plásticos, hay un solo hotel y es bastante caro, así que con la mismas cogemos otro autobús hasta Quy Nhon, desde el autobús se ven unas cuantas playas semidesiertas en parajes paradisiacos que dentro de poco dejaran de serlo y sentimos no haber traído la tienda de campaña para poder quedarnos. Quy Nhon también con una playa inmensa y sin rastros de turismo extranjero, resulta ser un buen sitio, con hoteles baratos y muy buena comida callejera.
Hasta la fecha nuestra estancia en Vietnam resulta un poco decepcionante, dista bastante de la belleza de paisajes y el calor humano de los países limítrofes y desde el incidente en Tra Vinh, donde más que la cantidad de dinero perdimos la confianza y nos hace estar en permanente alerta con nuestras pertenencias. Hay que destacar por otra parte su gastronomía que nos compensa un poco de lo a anterior y el clima que nos acompaña desde el inicio de nuestro viaje, llevamos ya seis meses de verano sin rastro de lluvia.



 

3 comentarios:

  1. me encanta veros dar saltos de alegría!!
    nhiều nụ hôn

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  2. No os preocupéis, estoy seguro de que pronto veréis llover otra vez. ¡Madre mía! ¡Seis meses sin ver llover! ¡Menudo agobio! Al menos cuando yo estaba en Qatar me desquitaba en las vacaciones y por el invierno sí había 9 ó 10 días en los que llovía. No me extraña que estéis decepcionados con Vietnam pero animaos, que seguro que pronto pilláis una tormentilla tropical.

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  3. Roberto, como comprobarás no suelo poner muchos comentarios aunque no dejo de leeros en vuestra aventura, ante todo me alegro mucho por vosotros por todo lo que estáis viviendo, es único y lo veo como algo auténtico, un tesoro que no puedo evitar envidiar un poco. Me alegro de veros bien y poco más que decir que echo en falta tu música en el despacho.

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