martes, 8 de marzo de 2011

De Hoi An a Hanoi

Siempre me dió envidia la gente que es capaz de recordar vívidamente los sueños que han tenido la noche anterior o incluso días pasados, yo casi nunca recuerdo, pero ayer tuve un sueño muy curioso y esta mañana aun me acordaba de algún detalle, se trataba de un banquete, vestidos de rigurosa etiqueta aparecían Mariano Rajoy, Felipe González, un hijo melenudo de este y una hija, que resultaba ser una rubia coqueta, había más personajes pero ya no me acuerdo, de la trama recuerdo que Rajoy era un pobre tipo que contaba chistes sin gracia, Felipe González un cabrón que se reía todo el rato del pobre Mariano y que el hijo de Felipe y yo instalábamos una acometida, zanja incluida, que pasaba por debajo de la mesa y que finalizaba en la esquina donde estábamos sentados y que de esta que manaba cerveza que bebíamos hasta emborracharnos, me acuerdo de poco más y algún detalle escabroso que es mejor no reproducir aquí por si entre los posibles lectores hay algún estudioso de Freud.

Aparte de este sueño, también últimamente he tenido otros en que han aparecido personajes que formaron parte de mi vida hace muchos años y muchos con los que apenas he tenido relación, como antiguos compañeros de clase de EGB o tratantes de ganado con aspecto de dandis. Creo que debe de ser un mecanismo de la mente para evitar el desarraigo, porque de hecho en el modo consciente y a medida que pasan los días  cada vez paso más tiempo sin acordarme de nadie, metidos en la dinámica del movimiento constante y  de la exploración permanente, al principio de nuestro viaje teníamos muy presente la gente y los lazos que dejamos en el hogar pero con el paso del tiempo cada vez pasamos más días sin acordarnos de nadie, así iremos formando una nueva realidad alrededor nuestro en la que el pasado reciente sea remoto y el ayer la semana pasada.
 
 
 
 
Las cosas mejoraron un poco a medida que avanzamos hacia el Norte, Hoi An por ejemplo es una maravilla, un casco antiguo patrimonio de la UNESCO donde se reflejan diferentes tipos de arquitectura, en especial la japonesa y la china, ya que en el pasado se trataba de un centro de comercio muy importante por el que pasaron holandeses, portugueses, españoles franceses, indonesios, etc, etc. donde se aprovisionaban de seda, porcelanas, papel, te, azúcar y pimienta. A pesar de que fue bastante dañada durante la rebelión Tay Son fue reconstruida durante el siglo XIX con evidente buen gusto, el mismo con el que han desarrollado el turismo en la zona, pues a pesar del número de negocios hoteleros, sastrerías y restaurantes sigue siendo un placer caminar por sus calles, cerradas en su mayoría al tráfico. Además tiene una playa muy bonita a escasos cuatro kilómetros a dónde íbamos en bicicleta a pasar las tardes al sol. Además de lo anterior, la gastronomía local es de lo mejor del país, la cerveza fresca llamada Bia Hoi superbarata, (una jarra cuesta 15 centimos de euro) y fruto de nuestra buena suerte encontramos una ganga de guest house con habitación con derecho a cocina en el centro de la ciudad, así que aprovechamos y nos quedamos unos días.
 
 

Hué un poco más al norte a orillas del rio Perfume, decepciona bastante, a pesar de la fortaleza que rodea la ciudadela, antigua capital del imperio Nguyen, fue bastante castigada durante la guerra y posteriormente abandonada a su suerte por el régimen comunista por sus connotaciones imperiales, en 1993 declarada patrimonio de la UNESCO y con la posterior apertura del país al turismo stauración dentro de la ciudadela, que conserva dicho sea de paso pocos elementos originales.
 
 

Llegamos a Hanoi, después de un duro viaje nocturno en autobús de quince horas, con alojamiento ya asegurado en casa de un miembro de CS, japonés expatriado y que vive al sur de la  ciudad en un bloque donde residen la mayoría trabajadores japoneses en la ciudad, hacemos las visitas de rigor y a pesar del trafico infame, la ciudad nos parece más acogedora que Saigón con bastantes sitios por los que caminar y entremezclarse con la gente local, comer o tomar cafés en sus restaurantes callejeros amueblados con mobiliario playero infantil de plástico, además por primera vez conocemos a vietnamitas con los que podemos comunicarnos en ingles e intentar comprender las peculiaridades del país. La realidad es tan desalentadora como en cualquier sitio, los salarios apenas dan para vivir, los precios suben de día en día, éxodo masivo de población rural a las ciudades, la emancipación de los jóvenes es  una utopía, la de las mujeres no digamos.
 Contratamos un viaje organizado a la bahía de Halong por consejo de casi todos los que conocemos, ya que sale más barato que hacer el viaje de forma independiente y nos vamos a hacer el turista unos días, la verdad es que al principio disfrutamos del impresionante paisaje kárstico que constituye la bahía ,de las comidas en el barco y luego también de hotel en la isla de Cat Ba, la pega es que las actividades como el trekking por el parque natural y el kayak, se reducen a una actividad mínima mas propia para los sexagenarios franceses que abundan por estos lares. 



La última parada en este país y sin duda la más esperada es la visita a la zona montañosa del norte fronteriza con Laos y China, en la zona hay abundantes minorías étnicas que mantienen su forma de vida tradicional. Sapa es el centro neurálgico, donde en el mercado y en la calle los montañeses acuden a vender artesanía o productos de la huerta. El paisaje es acojonante con sus terrazas de cultivo de arroz y sus pueblos típicos. Nos alejamos de los viajes organizados, alquilamos una moto y visitamos valles alejados. En uno de ellos preguntamos por un sitio para comer y como no hay, acaban invitándonos a su casa, donde disfrutamos de una comida típica  de arroz, verduras, un cocido de pescado y setas silvestres, para beber orujo de arroz. Correspondemos como se espera, con una aportación económica y la compra de un par de objetos de artesanía.
Lo malo de Sapa fue el clima, si en el anterior post decía que llevábamos seis meses sin ver la lluvia, aquí el clima era más propio de La Espina, con una neblina ciega y orbayando, así que salvo el Domingo que escampo un poco y pudimos ver el Sol el resto del tiempo estuvo bastante feo, para colmo se fue la luz el Domingo por la tarde, así que el Lunes viendo que no escampa y que seguimos sin electricidad decidimos encaminarnos hacia la frontera de Laos.




2 comentarios:

  1. Impresionante lo que cuentas al princio, estáis viviendo la deriva. ¡Vaya caña! Quizá por eso recuperas el sueño (muy gracioso el de la acometida con zanja incluida y lo de los tratantes dandis). A ver con quién sueñas ahora en Laos, recuerda que por allí apareció Roldán.
    Abrazos

    juan c.

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  2. rober, es normal lo que cuentas, a mí también me ha ocurrido siempre que he pasado una temporada larga alejada del entorno hasta entonces habitual, creo que es una estrategia de la mente para no caer en la trampa de la añoranza y mirar siempre hacia el futuro. esencialmente, no deja de ser lo que sucede cuando se muere alguien a quien quieres, si lo tuvieses permanentemente presente no podrías elaborar el duelo de la pérdida y superar ésta...pero bueno, voy a dejarme de filosofías baratas, simplemente deciros que esta roldán sí se acuerda de vosotros a menudo.
    beso enorme a los dos!
    e.

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